domingo, 31 de mayo de 2015

FELICITAS (fragmento)




 No. - Contestó, sin pensar el no. Nunca lo pensaba, lo daba, como el nunca, y el siempre, aunque en este último, la diferencia, era que no siempre era lo que se le caía de la boca, a jarro. Lo fácil de los “no” dichos, radicaba en que  había  no y  noes;  y no, no quiero;  pero tengo y no; dije que no; uh!. No?  La variedad, la suspicacia y que no no y no, es no quiero.
En el tono estaba la diferencia, o en la acotación o curiosidad que le sigue con el pero, entonces el “no” es relativo, tan relativo como el nunca que se dice de inconsciente, sobre todo a la hora de prometer como si pudiese adelantarse en cuerpo a situaciones o sentimientos que todavía no están, y una pretendiendo  ser ya, de una sola vez, pero la vida se rige por esa vara que simula flexibilidad siendo que es  inamovible, contínua, permanente siempre,  y no se piensa, es. Ni  idea, a veces,  tiene el otro del valor de un siempre, porque desconoce el valor de sí, en esa expresión y sigue.
Serían la una, tal vez, una y media. Feli llevaba unas toallas al lavadero y en la galería escuchó:
 - Señora! tiene pan?
- No.

Esa mañana estaba en que se había dispuesto a poner un poco de orden y no, no quería escuchar y menos ver. Pero los chicos no se movieron. Parados detrás del portón, era chica, detrás de las rejas blancas impecables, limitadas por pinitos recortados, un contraste más ficticio que real; eran chico y chica.
Eran dos, y no nene y nena, o sí, la edad, a veces, pone entre las personas  lugares de distancia que hace que nos equivoquemos  con el otro. Suelen no ser lo mismo quince años en la comunidad que quince en la play o quince en el barrio y ocurre que lo único cierto, por más  marcas o rasgos que nos hayan dejado cada sitio, es que los quince son los quince, y si andan a veces agazapados, o vencidos, igual son los quince, inflexiblemente, entonces cuando vamos comunicándonos entre los mundos vemos que la variable que se sostiene es la del tiempo idéntico, solo que el sol a veces hace estragos, tanto como los no, no dichos. Por eso Feli primero se los sacaba de encima, sobre todo antes de cualquier rendimiento.
Mónica y su hermano al llegar a al portón de los pinitos hicieron el gesto de erguirse por la remontada, y no por pertenecer a un grupo de paisanos salidos temprano, bien temprano, de la comunidad para venir al pueblo-cuidad a rebuscarse porque nunca jamás, desde que habían encontrado como posibilidad de ingresos sus artesanías, hubo o habrá quien les reconozca el valor de las mismas, ni su arte.
Habrá, sí, que ir a la escuela, dijo el cacique, para defenderse hay que ir a la escuela, porque quien más que uno mismo comprende la necesidad de lo que realmente necesita. Y si sabe leer
Salvo que se deje llevar por una hermana, y Mónica, mientras subía le dijo pará, solo con el gesto, con detener su andar y sin decir enderezó el cuerpo en la vereda ordenándose de la posición que exige subir.
 Apoyó los canastos y sonrió, sin hacer sonar las manos, escuchando a los perros vió como Feli se llamó a atender la situación mientras decía claramente NO, pretendiendo seguir.

- Primera Parte.-

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