jueves, 4 de junio de 2015

FELICITA (2)



La mujer pareció mirar la mugre, habrá pensado Mónica, por como volvió a mirarse. Apenas movió los ojos de arriba a abajo, pero cuando nos vemos de arriba a abajo a nosotros mismos ese ligero movimiento de la cabeza que casi disimulamos hasta de nosotros para aceptarnos la mugre, y siempre por pudor, o debiera, o no,    aunque la mugre… no sé que es mugre, qué es más mugre, lo que llevamos, o las crostas de humos y tierra en la falta de estándar a ese progreso común medio en el que nos desenvolvemos, pongámosle occidental, pongámosle limpio y descalzos, o con sandalias de tiritas de plástico en un otoño entrado, que por más otoño misionero del que se trate, es de humedad que cala, que enferma, humo que se ve, para los acostumbrados a ver humo y no otros  rasgos y sus rostros, su, cuanto más su mejor, nada de soy, o de reflejar pobreza a secas en los tonos de Mónica. Mónica que fue Mónica aún antes de saberlo Feli, claro, y desde que se paró en la vereda de una mujer que por no escuchar, o pretender no hacerlo, decía no, fue toda Mónica.
Labios gruesos, cabello corto, también grueso, crespo y no tanto, de ojitos negros, bien negros, y chispa, como si tanto fuego seco en la ropa se hubiese quedado dentro de ella, sin llama a la vista, pero con tanto ojo! Y rojo, en la ropa, en la remera, en los aromas, en las pantorrillas flacas y algo esquivas, como queriéndose ir, de puro no saber más que andar, de mover el tranco cansino que nunca queda quieto, y menos al siempre.

   Feli los veía mientras escuchaba las risas que venían de la habitación y se decía que no, que no puede ser esta la aspereza a la que nos sometemos por no aceptarnos, porque lo complejo es aceptarse y no simular aceptar las formas del otro, sino recibirnos mutuamente, y es mentira muchas veces, y uno por educación hace que acepta, el otro por ignorancia hace que mira con aceptación, pero cruzan la vereda, siguen por la calle y saben, la que queda y la que va, que sus mundos son irreconciliables y ambas pelearan y pelearan aún inconscientemente para ver quién se queda con el mundo, o terminar en el acuerdo ideal que propone la higiene, de nadie se meta con nadie.  
Aunque los accidentales descartemos que es nuestro y que no comprendamos que dentro de los occidentales están las culturas invadidas y que por más occidentales buenos que nos creamos el mundo es nuestro, y que los españoles cristianos conquistadores de Alvar Nuñez para acá…bla bla, no sabemos.
Porque no hay saber cierto, no sabemos que piensan los “sometidos a pobreza” los subyugados por la selva, lo que queda, o porque ellos no quieren que sepamos, para seguir naciendo, quizá.   
Y es tan complejo para unos y a la vez parece tan simple acercarnos que bastaría dejar de lado toda marca, y abrir el portón, pero los humanitos andamos cerrados y no sabiendo.

Hijo e hija, de este lado del portón blanco, portón de galería de casa blanca, rubia, que no hizo, porque Feli no hizo esa casa más que por dentro, o lo que hacen de la casa sus habitantes, y no lo rubio y lacio que tanto tenía de raza la casa, se reían, como todos empezando la vida: riendo, supliendo palabras con sonrisas no sé, de pequeñas vergüenzas, chiquitas insolencias, de no saber que son tales y si no nos cansamos, esperamos que toda respuesta cierta, se encuentre en los ojos. Y ellos reían mientras las partículas de tierra, o el mundo, se encerraba en sus ojos y a Feli se le iba enredado la ropa en las manos dándole rosca y ya sin saber si era ropa o palabra lo que se le enroscaba entre los dedos y esos ojos que iban anunciando lo que para uds que miran, ya sé, vienen viendo, ella empezó a acercarse y Mónica a bajar la mirada, no por los ojos atrevidos de Feli, sino por ejercicio de preservación, se me ocurre. -. Porque el ser humano, como todo ser supongo, se desarrolla de acuerdo al medio, muta, se amaña, y por más historia que nos contemos mutuamente, la mirada se baja por preservación,  para cerrarnos cuando se viene encima el chubasco. Y  Feli venía con un no, aunque Mónica viese venir un cuerpo sin marcas de no en las coyunturas. Sin enjuteces.     

No hay comentarios:

Publicar un comentario

i-rrecuperables

Síguenos en Twitter Siguenos en Facebook