Con
frecuencia escucho elogiar la brevedad y provisionalmente me siento feliz
cuando la medida de lo expresado es la justa, aunque no necesariamente, breve.
Sin
embargo, nadie está contento con su condición y la que trabaja de guapa en su
medida quisiera ser chamuyera y el que
vive del chamuyo quisiera ser poeta.
Lo
cierto es que anhelo más que nada en el mundo escribir largo, interminable,
llena de digresiones, aturdida de tanta palabra que la imaginación
apenas trabaje la estética y que allí,
hechos cosas animales charcos tristes o
torrentes se crucen
bullan
o huyan y se busquen, vivan, se amen o así sea,
de cabeza a tierra
negros
derramen libremente sin sujeción al punto y coma,
al
punto
este
punto que muele el instante y me ha sido impuesto por algo más fuerte que yo,
Picar
punto punto ponto al que me rebelo y detesto y odio, trayendo hiato, fuera de tempo.
Monterroso
dixit
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